El doctor Eduard Estivill, experto en medicina del sueño afirma que la causa de estos problemas de sueño en las mujeres es que “no desconectan y, por eso, no logran dormirse. Son el grupo de pacientes que más crece en nuestra unidad del sueño”. Este experto neurofisiólogo se refiere con estas palabras a un amplio grupo de mujeres, de entre 30 y 45 años, que cada vez tienen más problemas a la hora de conciliar el sueño. Son aquellas que se levantan a las siete de la mañana para poner en marcha su mundo, llegar al colegio, a un trabajo exigente, controlar que en casa no falte nada o el traje de la tintorería, la cena, la compra, los emails antes de irse a la cama… Estas mujeres “están agotadas y tomando hipnóticos”, afirma Estivill.
Los hábitos influyen en el descanso
Los datos presentados por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria han sido corroborados por distintos estudios a nivel mundial. En Estados Unidos, las encuestas de la National Sleep Foundation calculan que ellas duermen seis horas y cuarenta y un minutos de media entre los 30 y los 60 años. Sufren más somnolencia durante el día y les cuesta más mantenerse dormidas.En España el 10,1% de la población tiene de forma habitual dificultad para conciliar el sueño. Este problema afecta al 14,6% de las mujeres. Además, una de cada cuatro se despierta varias veces mientras duerme y el 18,1% se despierta demasiado pronto.
La menopausia es uno de los factores que puede influir en el mal sueño de las mujeres. Los sofocos, habituales en los primeros años tras el inicio de la menopausia, se anuncian de noche con una subida de la temperatura y hay tendencia a despertarse. Ese calor dura un promedio de tres minutos, lo que lleva a un sueño de mala calidad. Aunque duerman las horas adecuadas, los sofocos perjudican ese sueño y causan fatiga al día siguiente.
Además hay problemas de hábitos. “Muchos no saben dormir”, concluye Alex Ferrer, experto de la unidad del sueño del hospital Vall d’Hebron. “Duermen menos de las horas necesarias y el fin de semana mucho más, eso indica algo. Se privan de una función esencial”, afirma el doctor. En su unidad, lo primero que hacen cuando les llegan estos pacientes, explica Ferrer, es “suprimir la medicación”. Hay que tener en cuenta que, “a menudo, han pasado antes por el médico de cabecera y el psicólogo”, concluye el experto.
El descanso es vital en el día a día
“Intentamos, con métodos cognitivoconductuales que tengan un buen control de estímulos, que si se van a la cama y a los 15 minutos no ha llegado el sueño, se levanten y vuelvan a intentarlo más tarde. Se consigue poco a poco. Es un proceso lento, pero mejora la calidad del sueño. Es más importante lograr cuatro horas de sueño continuo y compactado que muchas y salpicadas a lo largo de toda la noche”, dice el doctor Ferrer.El sueño tiene una función de restauración de la energía gastada, también de restauración metabólica y sináptica o celular. Los sistemas utilizados en el periodo de vigilia se reparan cuando se descansa. El cerebro no se desconecta y durante los ensueños se estimulan conexiones que han podido deteriorarse durante el día.
Lo que necesita dormir una persona es variable. La convención en adultos sanos es dormir entre siete y ocho horas, sin embargo la determinación de la falta o no de sueño no está determinada por el tiempo, si no por si se consigue el descanso deseado. Hay personas que duermen cuatro horas y se sienten bien y con energía al día siguiente. Otras duermen ocho y se levantan muy cansadas porque su sueño es de baja calidad. Todo depende de cómo descansamos no de cuánto dormimos.
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