jueves, 31 de julio de 2014

¿Existe el sueño posvacacional?

Durante las vacaciones, es frecuente acostarse y levantarse más tarde e incluso prolongar las siestas, lo que produce un cambio en el ciclo sueño-vigilia. Estos cambios de hábitos pueden producir alteraciones en el sueño a la hora de retomar el ritmo cotidiano, marcado por los madrugones y los despertadores.
Desde la Asociación Española del Sueño, Asenarco, se señala que los adolescentes y los adultos jóvenes son los que más padecen estas alteraciones, presentando en algunos casos lo que se conoce como ‘retraso de fase’, cuando acostumbrados a dormirse y despertarse más tarde, tienen dificultades para cambiar ese horario.
Estos son síntomas que se incluyen dentro del denominado síndrome posvacacional, entre otros, como la falta de apetito, la apatía, la ansiedad, la tristeza o la irritabilidad, que sufre parte de la población. Estas alteraciones merman el sueño, en algunos casos, evitando o dificultando que se inicie y, en otros, provocando el despertar a las pocas horas de haberlo conciliado.
Los expertos en psicología apuntan que este síndrome no responde a un diagnóstico médico concreto, sino que se trata de una reacción de adaptación provocada por la vuelta al día a día. De hecho, sus síntomas rara vez desembocan en un cuadro clínico serio.

Algunos consejos.

Los facultativos recomiendan no darle demasiada importancia a las molestias físicas y psíquicas derivadas del síndrome posvacacional, a no ser que persistan más de dos semanas.
Para corregir las alteraciones de carácter físico, se aconseja regular los horarios y el reloj biológico los días previos a iniciar el ritmo laboral. De este modo, es conveniente dejarse al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación.
En el caso de que sea posible, se recomienda regular progresivamente la intensidad de la actividad que se realiza en el trabajo. También es importante dormir más esos primeros días y con un horario más regulado.
A nivel psicológico, es conveniente desterrar la idea o sensación de las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al periodo de trabajo y, por tanto, que uno es sinónimo de placer y el otro lo es de malestar y sufrimiento. En este sentido, es muy útil planificar actividades gratificantes para los días laborales, buscando tiempo para el ocio y para la vida social y familiar.
También puede contribuir a paliar el síndrome posvacacional el planteamiento de que con el nuevo curso se inicia un periodo vital en el que se pueden desarrollar nuevas tareas para el enriquecimiento personal y profesional. En definitiva, adoptar una actitud positiva.

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